lunes, 28 de septiembre de 2009

Añorada ignorancia

Queridas arpías, escribo influenciada por un halo de tristeza y desazón. El sábado salí a dar una vuelta animada por el “veranillo de San Miguel”, fue una tarde productiva. Quedé con una amiga para ponernos al día de los avatares de la semana a la par que adquiríamos productos en una gran superficie. El cuerpo me pedía una tarde de compras y café, sin grandes reflexiones, escapar del “comecome” diario, desconectar… y lo logré hasta que llegué al portal y me crucé con una vecina. Joven, alta, delgada, bronceada, con una mini y taconazos. De repente fui consciente de que el día empezaba para ella justamente cuando terminaba el mío. De modo que mi terapia se “esfumó”, de nada servía la tarde de compras, mi cabeza comenzó a dar vueltas. Hay que aceptarlo, estoy mayor… pero no porque no me pinte, me calce unos taconazos y salga a vivir la noche, sino por la falta de ilusión. A veces me gustaría recuperar ese velo de ignorancia, esa sensación de estar fuera del mundo, pero, ¿cómo lograrlo? Ahora más que nunca necesito ilusionarme! Encontrar algo que me llene o que me vacíe finalmente.